El docente como modelo

Cuando un gesto puede más que mil palabras

por Álvaro Díaz Berenguer *

La medicina es una disciplina esencialmente ética en tanto tiene vinculación directa con el Bien del prójimo. Es fácil intuir que la docencia médica entonces, es una disciplina tanto o más ética que el propio arte de la medicina.

La ética no se puede enseñar sobre la base de lo que se debe o no se debe hacer según las leyes, sean estas formales o no, sino sobre la base de la acción. Es la “conducta ética” lo que se debe enseñar, cuyo libreto se escribe directamente en la acción. Se trata de poner en evidencia la oposición entre la satisfacción del médico generada por la libertad que otorga el poder de curar y el sufrimiento del paciente por el encarcelamiento que supone la enfermedad, y su resolución a través de la búsqueda del Bien, lo que requiere de un “compromiso ejemplar”, y no una simple receta de cocina.

Aristóteles, adelantándose muchos años a Freud, apuntaba cómo el ser humano es capaz de reprochar éticamente a otro a pesar que él mismo no cumpla con los preceptos que reprocha. De igual modo, se puede enseñar los preceptos éticos, sin que ello desemboque en una conducta ética.


Entre el dicho y el hecho hay mucho trecho. En el terreno de la ética, no se trata de decir, de exponer una teoría o una hipótesis, una fórmula matemática, sino de demostrar coherencia, de comprometerse con el otro, en este caso el paciente; ello incluye que se busque ante todo la verdad y la valentía de aceptar que las cosas son tal cual son.

Si bien las normas éticas se pueden enseñar como receta de cocina, la “conducta ética” no se puede enseñar sino a partir del modelo del propio docente empapado en el compromiso con el paciente. José Bergamín decía que los verdaderos maestros no enseñan, sino que solamente dan el ejemplo. En medicina el ejemplo esencial es la capacidad de sentir, de percibir el sufrimiento del otro.

El docente como modelo es por tanto un formidable estímulo para lograr desencadenar el proceso de autoaprendizaje profesional, pero ello no significa que allí culmina la influencia del maestro: el modelo sigue siendo necesario para marcar la orientación ética, el sentido de lo que hacemos, y que no se aprende en los textos, sino en la práctica frente a los problemas que nos presenta la realidad siempre cambiante.


Todos recordamos algunos docentes que fueron decisivos en nuestra formación. No fue solamente lo que nos enseñaron, sino fundamentalmente porque nos indicaron caminos de conducta ética.


* Nota del Editor. El Dr. Álvaro Díaz Berenguer es médico internista, Profesor Agregado de Clínica Médica de la Facultad de Medicina - UdelaR, Montevideo - Uruguay. Es autor entre otras obras de "La Medicina Desalmada".

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