El perfil del docente de Facultad de Medicina

Tiene que reunir aquellas características y condiciones que le permitan conducir al estudiante, a alcanzar el perfil del egresado definido por la Asamblea del Claustro.

Desde esta perspectiva se debe redefinir el perfil del docente universitario jerarquizando su rol como motivador de procesos de creación de saberes.

Para poder desempeñar sus funciones de ENSEÑANZA, EXTENSIÓN, INVESTIGACIÓN, y ASISTENCIA, acorde con este perfil, el docente deberá:

  • ser humanista y tener conocimiento de la realidad social.
  • tener un compromiso permanente de búsqueda e identificación de problemas o demandas de la sociedad o comunidades, procurando aportar a su solución desde el ámbito de su competencia específica.
  • estar comprometido con la ética en todas y cada una de sus acciones.
  • ser conocedor de los ámbitos que hacen a la vida universitaria, conocer los derechos y deberes de los universitarios y participar con compromiso de las actividades del cogobierno
  • ser capaz de trabajar en equipos multi, inter y transdisciplinarios.
  • cultivar el saber como valor y tener conocimiento técnico científico de la disciplina que desempeña. Utilizando el método científico para analizar la realidad.
  • tener formación en pedagogía para abordar las tareas de enseñanza
  • ser generador de conocimientos.
  • ser capaz de gestionar y administrar los recursos materiales, económicos y humanos de los servicios en los que desarrolla su actividad.
  • tener espíritu crítico y ser capaz de autoevaluar su propia conducta, en un proceso de permanente formación y mejora y considerar las observaciones que otros le realizan.

Las condiciones y funciones anteriormente enumeradas, desempeñadas con criterio abierto, conciliador y justo equilibrio, le permitirán cumplir con su objetivo de educador.

Los documentos referidos a la carrera y estructura docente se pueden encontrar [aquí]

El docente como modelo

Cuando un gesto puede más que mil palabras

por Álvaro Díaz Berenguer *

La medicina es una disciplina esencialmente ética en tanto tiene vinculación directa con el Bien del prójimo. Es fácil intuir que la docencia médica entonces, es una disciplina tanto o más ética que el propio arte de la medicina.

La ética no se puede enseñar sobre la base de lo que se debe o no se debe hacer según las leyes, sean estas formales o no, sino sobre la base de la acción. Es la “conducta ética” lo que se debe enseñar, cuyo libreto se escribe directamente en la acción. Se trata de poner en evidencia la oposición entre la satisfacción del médico generada por la libertad que otorga el poder de curar y el sufrimiento del paciente por el encarcelamiento que supone la enfermedad, y su resolución a través de la búsqueda del Bien, lo que requiere de un “compromiso ejemplar”, y no una simple receta de cocina.

Aristóteles, adelantándose muchos años a Freud, apuntaba cómo el ser humano es capaz de reprochar éticamente a otro a pesar que él mismo no cumpla con los preceptos que reprocha. De igual modo, se puede enseñar los preceptos éticos, sin que ello desemboque en una conducta ética.


Entre el dicho y el hecho hay mucho trecho. En el terreno de la ética, no se trata de decir, de exponer una teoría o una hipótesis, una fórmula matemática, sino de demostrar coherencia, de comprometerse con el otro, en este caso el paciente; ello incluye que se busque ante todo la verdad y la valentía de aceptar que las cosas son tal cual son.

Si bien las normas éticas se pueden enseñar como receta de cocina, la “conducta ética” no se puede enseñar sino a partir del modelo del propio docente empapado en el compromiso con el paciente. José Bergamín decía que los verdaderos maestros no enseñan, sino que solamente dan el ejemplo. En medicina el ejemplo esencial es la capacidad de sentir, de percibir el sufrimiento del otro.

El docente como modelo es por tanto un formidable estímulo para lograr desencadenar el proceso de autoaprendizaje profesional, pero ello no significa que allí culmina la influencia del maestro: el modelo sigue siendo necesario para marcar la orientación ética, el sentido de lo que hacemos, y que no se aprende en los textos, sino en la práctica frente a los problemas que nos presenta la realidad siempre cambiante.


Todos recordamos algunos docentes que fueron decisivos en nuestra formación. No fue solamente lo que nos enseñaron, sino fundamentalmente porque nos indicaron caminos de conducta ética.


* Nota del Editor. El Dr. Álvaro Díaz Berenguer es médico internista, Profesor Agregado de Clínica Médica de la Facultad de Medicina - UdelaR, Montevideo - Uruguay. Es autor entre otras obras de "La Medicina Desalmada".

Una identidad en construcción

¿Qué médico quiero ser?

por Pía Correas

Algunos autores[i] plantean que la construcción de posibles identidades futuras (como profesionales, como parejas, como padres, etc) organizan el comportamiento y ayudan a encausar a la persona en objetivos y fines mas específicos.

Son muchos los caminos llevan a un adolescente a elegir ser médico, atravesado sin duda por una vocación de servicio y altruista de aliviar al semejante en su sufrimiento, con un toque de omnipotencia, de vencer la enfermedad y la muerte, y tal vez la vivencia encarnada de la enfermedad en sí mismos o en las personas significativas cercanas (abuelos. padres, hermanos, amigos, pareja, hijos).

Una vez dado el paso de la elección se inicia el camino de la conformación de la identidad profesional, constructo que surge de la sumatoria de los modelos adquiridos durante la carrera de la postura de los profesores y que se apoya en el camino recorrido anteriormente de qué profesional se quiere ser.

Las neuro-ciencias están investigando en el área de las neuronas espejo. Mucho de lo que aprendemos pasa por la incorporación de las acciones que vemos desarrollarse delante nuestro y del afecto que dichas acciones genera en los actores de dicha situación (por ejemplo médico y paciente ante el examen físico).

Otra vía de acceso es intelectual y racional, la incorporación de conocimiento científico por medio del estudio y memorización de aquellas temáticas especificas, base necesaria e insustituible ante un ejercicio responsable de la profesión, y que garantiza el sustrato necesario para la complejización y la resolución de problemas, así como la creación de nuevos recursos de abordaje y de nuevos conocimientos.

Las acciones del profesor en medicina no pasan sólo por la trasmisión de conocimientos sino también por la actitud ante la tarea, los afectos que se trasmiten en relación a las misma, la satisfacción o frustraciones, los valores y la ética, el cómo se es “persona que trabaja con personas”. Reconocer ese estatus filosófico y humano del otro es parte indisoluble del accionar técnico.

Las habilidades inherentes a esta profesión, la capacidad de observación clínica, las habilidades de comunicación, el pensamiento analítico-semiológico, que se ponen en juego en la consulta con el paciente llevan años para desarrollarse lo que debe ser explicitado en el encuentro didáctico con el estudiante para evitar la frustración del aprendiz. El hacer transparente en la discusión posterior del caso los caminos de nuestro pensamiento para la resolución y la toma de decisiones es una de las herramientas más ricas y de mayor impacto en la formación de los estudiantes.

El impacto emocional en los estudiantes de la figura del docente es un elemento de gran importancia ya que por un lado puede ser un habilitador y por otro un gran obstáculo en el desarrollo del interés por esa materia así como en la incorporación de las habilidades especificas.

Este impacto emocional puede ser manejado mas allá de las actitud o habilidades propias del docente si se tiene en cuenta: la importancia de reconocer al estudiante en su identidad (partiendo de cómo se llama y de dónde proviene), en el valor sus aportes, motivando la curiosidad, y dándole tareas de responsabilidad en relación al paciente y acordes al nivel de formación.

Es importante construir un hilo narrativo mediante el cual se les explicite la manera en que se toman determinadas decisiones u objetivos terapéuticos, se los ayuda a manjar los tiempos y respetar sus tiempos personales y familiares en su etapa de estudiante y una vez que sea profesional en ejercicio.

En resumen cuidar todos aquellos aspectos en los que el otro es tenido cuenta y se siente así percibido con derechos, deberes, sentimientos y necesidades, imprescindible para ser un buen profesional y poder asistir a los pacientes como personas con derechos, deberes, sentimientos y necesidades.


[i] Markus y Nurius. 1986

El docente en la mira

por Juan J. Dapueto

La opinión del maestro, basada en su conocimiento y en su experiencia clínica era hasta hace unas pocas décadas la principal fuente del saber médico. Este modelo, que dio lugar a verdaderas escuelas de medicina en las que el catedrático era padre y patrón, resultó obviamente limitado. Estaba fuertemente apoyado en el prestigio y poder del maestro, sustentado por la idealización y las relaciones de padrinazgo, y en un fuerte apego al conocimiento surgido de la casuística y la práctica habitual.

Esta dependencia del saber del maestro primando sobre el conocimiento científico basado en la evidencia condujo a no pocos errores en distintos momentos del desarrollo de la medicina. "El profesor lo hace así...", no parecía ser un claro criterio de verdad. La medicina basada en la evidencia, como alternativa, relegó la opinión del experto al grado más bajo de evidencia científica, sólo válida cuando no existieran otras formas de validación del conocimiento.

Esto que está muy bien para el saber médico como conocimiento científico desconoce que la medicina es a su vez ciencia y arte. El arte tiene que ver con los aspectos artesanales del quehacer médico - los modos, los gestos, la disposición del espacio, del tiempo, los procedimientos y las maniobras instrumentales -, y también con aspectos más complejos - el modo de razonar clínicamente, el uso de la intuición, el pensamiento reflexivo, la comunicación, el vínculo, la empatía, la ética. Considerada como Arte, la medicina sólo se puede aprender a partir de maestros que actúen a la vez como modelo.

Efectivamente, como alumnos fuimos tomando nota de actitudes, gestos, técnicas que abarcaron desde los aspectos más básicos de la semiotecnia y las maniobras a los más complejos de la relación médico-paciente y la comunicación.

Siempre aprendemos de otro y con otro, identificándonos e incorporando críticamente aquello que nos impresiona como positivo y valioso, o diferenciándonos cuando nos parece inconveniente. Así vamos conformando nuestra identidad y perfil profesional. Muchas veces uno se lamenta de que excelentes clínicos muestren en sus clases apenas un recorte artificial de lo realmente hacen en su práctica profesional habitual.

Para hacer posible la enseñanza en esta dimensión es imprescindible la cercanía entre el docente y alumno; que si bien puede darse en las instancias de grandes grupos o de grupos pequeños, tiene su instancia ideal en la relación uno a uno. También implica mayor compromiso y riesgo para el docente al verse permanentemente expuesto y evaluado en sus aciertos y errores. Sin embargo, no es posible mejorar la calidad de la docencia si no se cuenta con docentes capaces de aceptar estos desafíos.

"Yo quería ser como vos..."

Acerca de los modelos identificatorios en la formación médica

A partir de hoy damos comienzo a esta sección en la que nos proponemos reflexionar sobre la práctica docente. Invitamos a enviar comentarios, artículos, referencias sobre la importancia de los modelos indentificatorios en la formación médica. Para inspiración presentamos este poema.

Fernando Cabrera

Yo quería ser como vos
correr más que nadie en la quinta
tener tu alegría
tener una casa tan linda

Yo quería ser como vos
llevar tu sonrisa en la cara
tirarme del muelle
tocar la guitarra en la siesta

Yo quería ser como vos
saber manejar el lunfardo
ponerlo de moda
cambiarle el lenguaje a la barra

Yo quería ser como vos
domar de un galope la cancha
besarla con goles
tener una novia tan alta

Yo quería ser como vos
saber manejar a los viejos
dejarlos contentos
tener en un puño al maestro

Yo quería ser como vos
vestirme con sumo descuido
usar tu guiñada
pasear con tu jopo en la frente

Charlábamos de cualquier asunto
haciendo mucho alboroto
pero todos sabíamos desde un principio
que una frase tuya concluiría el caso.

Abuso sexual infantil: el efecto Pamela

Cuando las víctimas deciden hablar

por Juan J. Dapueto

A comienzos del mes de mayo, una noticia estremecía a la opinión pública uruguaya: Pamela, una niña de 11 años fue asesinada en el Departamento de Maldonado al este del país. La situación fue cobrando más dramatismo cuando se comprobó que la niña había mantenido relaciones sexuales con varios hombres en la noche que fue asesinada. Se supo además que esta situación de abuso sexual venía reiterándose desde hacía mucho tiempo por parte del padrastro y otros hombres vinculados a la familia. La justicia aún no pudo identificar al asesino, para lo cual se aguarda el resultado de las prueba de ADN.

A los pocos días, un lactante muere como consecuencia de lesiones producidas por una violación a la que fue sometido.

También en mayo, Valentina denuncia que había sido violada por su padre por su padre entre los 12 y los 18 años y tuvo tres hijos con él. Sucedieron más denuncias de relaciones y embarazos incestuosos. Recomendamos ver “El coraje de zafar del tabú del abuso. Víctimas que no se callan” en [http://www.elpais.com.uy/08/05/25/pciuda_348441.asp].

Desde la muerte de Pamela, algo cambió en la sociedad uruguaya. Las víctimas rompieron el silencio y valientemente comenzaron a denunciar su sufrimiento. Los trabajadores sociales, los educadores y maestros, los médicos y el personal de salud ha estado recibiendo en este último mes innumerables relatos de violencia y abuso en el interior de los hogares y familias. La experiencia es abrumadora.

Este impulso hacia romper la conspiración de silencio, sin duda representa un notable avance en el camino de la reducción de las situaciones de violencia en las relaciones íntimas. ¿Pero están capacitados los profesionales que trabajan en la primera línea para encausar estos pedidos de ayuda? En especial, los profesionales de la salud ¿están dispuestos a hacerse cargo de estas denuncias? ¿Saben como hacerlo?

Como profesionales de las áreas sociales y de la salud no podemos permitirnos bloquear la escucha de estos relatos de vida, simplemente porque no sabemos como hacernos cargo, por impotencia o desconocimiento.

El Sistema Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia desde su creación hace un año ha hecho progresos importantes pero ¿qué instancias de interconexión con los servicios asistenciales pediátricos y de adultos se han creado? Está disponible el Protocolo SIPIAV [abra aquí] y el Mapa de Ruta para el abordaje del maltrato infantil [abra aquí] pero seguramente son pocos los promotores sociales, educadores, psicólogos y personal de salud del primer nivel de atención que estén familiarizados.

El Departamento de Psicología Médica de la Facultad de Medicina en su docencia a nivel del Ciclo Materno Infantil se compromete a incluir este importante tema en la formación de los estudiantes de medicina.

INAU - INSTITUTO DEL NIÑO ADOLESCENTE DEL URUGUAY
LINEA AZUL

Directora: As. Renée Bentancor
TELEFONO : 0800 - 5050 (línea gratuita)

Teléfono: 400 62 91
Telfax : 400 09 27

E-mail: inau@inau.gub.uy

Dirección: Cerro Largo 1820. Montevideo. Tel.: 0800 - 5050

Violencia y abuso sexual infantil en Uruguay

Informe del Sistema Integral de Protección a la Infancia y Adolescencia contra la Violencia (Sipiav)

DÉBORAH FRIEDMANN


http://www.elpais.com.uy/08/05/22/pciuda_347929.asp

Cada dos días se denuncia a la Policía en Montevideo una violación "consumada" cuya víctima es un niño o un adolescente. En 2007 fueron 159 casos, según cifras proporcionadas a El País por el Observatorio de Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior.

El delito se mantiene estable: en 2006 habían sido 144 casos y el año anterior 153.

Los menores son la mayoría de las víctimas de violación en Montevideo: 62%. En siete de cada diez casos el abuso sexual fue realizado a una niña (72%).

También son una porción significativa las violaciones registradas a personas en sus primeros años de adultez, entre los 18 y los 24 años. En 2007 hubo 49 denuncias en esa franja, que representan el 19% del total.

En todo el país las violaciones disminuyeron 4,2% en 2007 respecto al 2006, también de acuerdo a datos del Observatorio. Bajaron 6,8% las consumadas y aumentaron 2,3% las tentativas. Los demás delitos sexuales crecieron 7,2% en el mismo período.

A nivel oficial, el Sistema Integral de Protección a la Infancia y Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) asistió entre mayo de 2007 y febrero de este año a más de 500 niños y adolescentes. Un estudio realizado en 267 de esas actuaciones concluyó que 28% de esos chicos habían sido víctimas de violencia sexual. El 34% eran varones y el resto mujeres.

Casi la mitad de las víctimas (48%) tienen entre 6 y 12 años, el 28% entre 13 y 17 años, 14% hasta 5 años y 2% habían cumplido 18 años.

Un estudio de los agresores permitió determinar que 85% pertenecían a la familia de los chicos. Seis de cada 10 de los agresores eran hombres.

"Estos datos relativos a las características del agresor evidencian la necesidad de fomentar acciones de sensibilización y formación, procurando incidir sobre las percepciones de violencia de las nuevas generaciones", señala el informe del Sipiav.

La amplia mayoría (79%) de las situaciones de maltrato o abuso fueron diagnosticadas a partir del relato de los propios niños. El resto fueron por sospechas de un tercero (9%) y una mínima porción (1%) por marcas que presentaban los chicos.

De los niños atendidos por el sistema oficial que eran víctimas de violencia sexual, el abuso se interrumpió en 91% de los casos. En 3% empeoró y en 6% no se produjeron cambios.

La violencia deja secuelas, además de físicas, emocionales y relacionales. En el total de los niños asistidos por diferentes tipos de maltrato la violencia física se interrumpió en 10% de los casos y mejoró significativamente en 22%. En lo emocional cesó en 7% de los chicos y en lo relacional se detuvo en 8%.

Las cifras

62% Es la proporción de niños y adolescentes en el total de víctimas de violación en Montevideo, según datos del Observatorio.

85% De quienes son agresores de niños y adolescentes pertenecen a su núcleo familiar, según un informe del Sipiav.

Los primeros pasos, las primeras risas...

Por Mariana Monné

El jueves 22 de mayo, dos “mediadores” de SaludArte desplegaron su arte en
varios pisos del Hospital de Clínicas, con mucho éxito. Un clown y una
flautista cautivaron a pacientes, acompañantes y enfermeras, despertando
curiosidad y sonrisas a lo largo de la tarde.

Luego de un ajetreado ir y venir, el coordinador del Programa “Jarabe de
Risas” obtiene las llaves del Departamento de Psicología Médica, de donde
asoman, minutos después, dos narices rojas prontas para atacar. Con
anterioridad se habían fijado los objetivos, tras consultar a las Jefas de
Sala acerca de quiénes podrían recibirlos ese día, y hacia ellos fueron.

El primero en recibirlos fue un paciente apartado, un señor
mayor acompañado por una joven, probablemente su hija. Los mediadores fueron
advertidos de que este paciente había sido operado del corazón y que por
ello debían tener cuidado con las emociones fuertes; por esto mismo, las
notas de la flauta fueron las primeras en llegar. El recibimiento fue cálido
y las enfermeras que iban por el pasillo se asomaban, sonriendo y
participando de las bromas.

Una habitación más allá, otro paciente cardíaco se muestra
reticente a la presencia de los mediadores. Sin embargo, el clown encuentra
pronto su debilidad y lo seduce con chistes y malabares, conquistando no
sólo al paciente sino también a su señora e hija. En cierto momento pasa una
funcionaria del hospital, otra más, varias enfermeras, y se crea una
verdadera platea en torno a la habitación. Las risas hacen girar sobre sus
pasos a los otros en el pasillo, quienes también sonríen, contagiados.

Los mediadores parecen aportar los colores cálidos en un
Hospital de grises, blancos y celestes; la flauta también causa extrañeza,
como si los espacios no estuvieran acostumbrados a sus notas. Es bueno
des-automatizarse de vez en cuando y recordar que tenemos sentidos además de
dolores, que existen aromas dulces, colores estridentes y música alegre.

Una vez en la Sala 5 de mujeres, el juego se vuelve más
dinámico; esta vez el intercambio es entre varios participantes y se
multiplican las posibilidades lúdicas. Al comienzo, las mujeres cruzan
miradas entre ellas y esbozan sonrisas, nerviosas, mientras el payaso avanza
sigiloso seguido por una flauta y, un poco más atrás, por una muchacha. La
sala, que al entrar parecía detenida en el tiempo, recobra vida. Estas
pacientes pasan meses enteros allí y se advierten los simulacros de hogar,
improvisados en apenas unos metros: una televisión, una radio, bolsos,
almohadones, bolsas en las mesas y el piso, de todo. Suena un celular y la
muchacha de la flauta simula que habla ella también, se cae una pelota
mientras el payaso hace malabares y la toma una acompañante, que juega un
poco haciéndole burlas, y todos ríen. En el pasillo parece que se enteraron
que hay “algo” y se agrupan en la puerta, para ver y participar de la
actividad.

Hacia el final del día, los mediadores visitan la Sala 3 de
hombres. Ni bien ingresan, una señora le acomoda la silla a su marido “para
que pueda ver bien”. El recibimiento es alentador y caluroso, quizás porque
ya les habían contado que “los muchachos de SaludArte” estaban en el
Hospital y los estaban esperando. Se produce un juego divertidísimo entre el
payaso y una enfermera quien, sin dejar de hacer su trabajo, retruca los
chistes y participa de la broma. En cierto momento ingresa un señor en una
cama con ruedas, empujada por su mujer y un enfermero. Lo que podría haber
sido un simple trámite de ubicación del paciente en la sala, se transformó
en algo alegre, gracias a las venias y morisquetas de los mediadores,
atentos a todo y capaces de sacar provecho de cualquier imprevisto. El
recién llegado no bien traspasa la puerta, hace chistes acerca de las
narices rojas y todos ríen; hay quien afirma que jamás hay que perder el
sentido del humor.

Al despedirse, uno de los pacientes le manda “tres saludos” a Lichi: uno
para el muchacho que es, otro para el clown que interpreta y un tercero para
el don que tiene, el de hacer reír... Uno podía percibir cómo se ensanchaban
los corazones.

Lo cierto es que hemos tenido una jornada gratificante. La
actividad de los mediadores se ha entretejido con la de los demás
funcionarios del Hospital, sin jamás entorpecer ni importunar, sino todo lo
contrario, las enfermeras parecían aliviadas de tenerlos allí. Una señora
que acompaña a su marido sale de la sala y busca a los mediadores para
felicitarlos. Todos parecen valorar la labor emprendida y muchos los
aplauden.

Una vez de regreso en el Departamento de Psicología, los artistas se
desprenden de su ropa colorida y guardan sus juguetes para volver a su
aspecto habitual, pero jamás dejan de ser los mismos, tengan o no las
narices rojas. Están muy satisfechos con lo sucedido en el día, comentan y
planean mejoras, mientras coordinan una instancia de evaluación; se los ve
rozagantes. Ha sido un primer día espectacular, y aún queda mucho por hacer.

Una metodología a la medida del paciente

por Mariana Monné


El jueves 22 de mayo del corriente tuvo lugar una nueva
intervención del Programa Jarabe de Risas de la Fundación SaludArte en el
Hospital de Clínicas. Esta vez el Coordinador de SaludArte, Daniel Ullmann,
y los mediadores Lichi Sánchez y Cecilia Rodríguez, se presentaron en el
piso 11 de “Medicina General”.

Luego de varias visitas, uno comienza a formarse una imagen de
la realidad que se vive en el Hospital, realidad que no dista tanto de la
otra, la de muros afuera, pero que ciertamente tiene sus particularidades.
Las relaciones entre el personal y con los pacientes y visitantes, reproduce
la que vivimos diariamente en nuestros ámbitos de interacción, pero tal vez
aquí se hacen más evidentes.

En un pasillo del Hospital cuelga un cartel que reza “hotel de pacientes” y,
aunque en una primera instancia nos causa risa, reflexionamos al respecto:
hay personas que viven aquí dentro, que decoran su cuarto y hacen amistades
y ¿por qué no? se enamoran. Ese es el caso de un paciente muy especial, al
que los mediadores visitaron por segunda vez, en los apartados de la sala de
Medicina General. Aunque la situación de A. es crítica y su realidad
muy difícil, la respuesta fue maravillosa. Por lo que él mismo dijo, este
paciente está enamorado de una de las enfermeras y, a partir de esto, los
mediadores lograron trabajar y crear un lazo, que se vio reforzado al volver
a visitarlo.

Si bien la mayoría de la población del Hospital ronda entre los
40 y los 80 años, algunas salas se caracterizan por tener los pacientes más
entrados en años; quizás por eso fue tan especial haber trabajado con un
muchacho de apenas 17 años. R. es un paciente recurrente del Hospital,
precisamente el día anterior su caso había sido presentado en el Ateneo;
pero lo que preocupa a los médicos, más allá de la situación crítica de su
salud, son los otros aspectos que influyen en su bienestar, como la
deficitaria relación con su familia, por ejemplo.

Los mediadores, Lichi y Cecilia, tuvieron que reposicionarse
ante el paciente, pues esta vez estaban frente un muchacho con casi la misma
edad, de un determinado contexto social y, esto es lo más importante, un
joven que estaba solo en una sala repleta de adultos. El puntapié inicial no
fue el mismo, ni tampoco el tipo de comunicación: había narices rojas, sí,
pero esta vez la interacción se realizó sin caracterizar los personajes ni
falsear la voz, de igual a igual. Por primera vez se encontraban ellos como
sujetos en acción, el paciente lo percibió y respondió a ello: conversaron,
encontraron puntos en común, crearon un lazo verdadero. Rodrigo dijo estar
sorprendido de que dos payasos fueran a verlo a su cuarto, simplemente para
charlar y estar un rato con el, pero lo expresó afirmando lo bueno que había
sido, pues para él “no había con quién hablar”.

Algunas veces los mediadores deben tener flexibilidad y
adecuarse a la realidad, a la necesidad del paciente, pues no todos pueden
ni quieren escucharlos o verlos hacer sus gracias, no todos tienen ganas de
distraerse o de participar y, sobre todo, no todos participan de igual
forma. Es bueno poder desestructurar la perspectiva, sin perderla.


Montevideo, 22 de mayo de 2008